La gran confesión de un artista: Yukio Mishima

Erwin Ricardo Cuevas

Pocos escritores tienen la fuerza y la prestancia para escribir sus memorias. Y que estas a su vez resulten interesantes y más aún que sean profundamente reveladoras para el entendimiento del alma humana como Confesiones de una máscara.

Yukio Mishima es uno de los escritores más apasionados de la literatura, llevando sus historias a conmover al lector, como en El marino que perdió la gracia del mar. Además de adjuntar sutilmente y sin caer en lo innecesario al manejo del erotismo y de la sexualidad.

Estos temas no solo son una anécdota, son el eje central de nuestro relato. Pues es a partir de la sexualidad de nuestro personaje principal, Yukio Mishima nos adentramos al mundo de su infancia, cuando recorría las calles de Osaka, cuando vivió sus primeras impresiones del mundo al nacer, porque es un niño prodigio que recuerda los primeros días de su infancia.

Esta novela hecha diario no es solo una reconstrucción de la vida del autor, sino que es una muestra de la percepción del mundo que tenía Mishima del mundo al querer escribir sus memorias a los 28 años.

Aunque para la época era inaceptable, el libro fue acogido como la revelación en la literatura japonesa junto con Kawabata, quien reconoció al recibir el premio nobel de literatura que era Mishima quien verdaderamente lo merecía. No sabemos si fue un pequeño reconocimiento para su gran amigo.

Lo que sí es importante recalcar es que Mishima tenía un talento para llevar al papel sus vivencias y convicciones de una manera magistral. Tanto que se aplicó el ritual Sepuko al enterarse de la caída de los valores clásicos dentro de la cultura japonesa, una premonición que escribió en su cuento Patriotismo.

Nunca podremos afirmar o negar con certeza que tanto es ficción en este libro y cuanta no lo es, pero esta lectura es una hermosa recapitulación de la percepción. Pionero en el flujo de la conciencia, Mishima avanza en su historia dónde cada palabra es necesaria. Los párrafos son perfectos para darle respiro de escena en escena y las metáforas, comparaciones y figuras retóricas son una revelación aún en nuestros días.

Quisiera ustedes queridos lectores, cuando vean a Mishima en alguna estantería le dieran la oportunidad. Les recomendaría por supuesto que empezaran con este libro dónde Mishima descubre su homosexualidad, el amor hacia una mozuela, las preguntas de un chico prodigio en los albores de la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo de la culpa y la redención del personaje principal que por momentos nos hace recordar al gran escritor ruso Fiodor Majeilovich Dostoievsky,


Nota: Lo escrito anteriormente no representa la postura del medio, por lo que el autor es responsable de sus palabras.


DBG.

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